miércoles, 28 de enero de 2015

Ya es otro

El Caimán Barbudo, realiza sus happenings y lecturas en noches llenas de furor, en bares, cafés, cantinas, y lugares abarrotados de gente, con su pareja amándose, ebrio vibrando al calor de poemas sumergidos en alcohol y otras yerbas.
Confía en los amigos.
Piensa que ha encontrado la vía para liberarse del mal. El hombre bueno, ha corrompido su naturaleza a cambio de la líbido individual. Su propio disfrute es una ilusión. 
El deseo es la trampa que atrapa el deseo.
Lo real crece como el desierto. Su ilusión,  pasión, locura, droga; lo ha convertido en un esperpento artificial, un simulacro, un depredador de la realidad.
Ha perdido parte de su energía como si le hubiera golpeado una enfermedad incurable y repentina.
Se ha convertido en una tendencia dominante, tan artificial como un actor con sombrero y gestos fingidos.
Es él mismo una sobreproducción saturando la atención colectiva, siente una necesidad de dejarse ver en un exceso de visibilidad se muestra con una pose natural en las revistas.
Doloroso escapando de si mismo, las ideas huyen de él apenas esbozadas roídas ya por el olvido.
Se han convertido en velocidades infinitas que se confunden con la nada silenciosa.
Usa metáforas sin contraseñas.
Pero en su universo de la simulación la representación ocupa el sitio de la vida y la vida el sitio de la representación.
Olvidó ya sus códigos y entró a formar parte de la constelación de lo hiperreal.
Ya es otro.

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