martes, 6 de enero de 2015

"casi la misma cosa"



Me han dejado trazos, breves, incisivos y con frecuencia enigmáticos, de tal manera que resulta ya imposible reconstituirme tal y como  era en "estado libre".
Alguien dirá: es imposible que traspases la frontera, que pases al otro lado.
No me detendré más en cosas que ya se, tan solo en la extraña intensidad de esa especie de belleza que revisten a veces esas imágenes apresuradas en las que unos pobres hombres adoptan para nosotros que los percibimos de lejos, el rostro de la infamia.
La mayor parte de las veces las órdenes son solicitadas contra alguien por allegados, parientes, vecinos, y a veces por el cura de la parroquia o algún notable local, tratando de hacer frente a algún gran crimen, cuándo solo se trataba de alguna oscura historia de familia : esposos engañados, conflictos de intereses, maridos indóciles, raterías o borracheras.
Se concede la veracidad y el pleno derecho a quien la solicita no sin antes recoger en una encuesta detallada testimonios, delaciones y todo ese dudoso murmullo que rodea como una espesa niebla, a cada uno.

El punto más intenso
Esta mano hábil depende de la vista; y la vista, a su vez, descansa sobre el gesto suspendido. En el acero de la mirada, el espectáculo va a desplegar su volumen.
Pero no sin un sutil sistema de esquivos. Tomando un poco de distancia,
No es sino un cara a cara, ojos que se sorprenden, miradas directas que, al cruzarse, se superponen. 
Y, sin embargo, esta sutil línea de visibilidad implica a su vez toda una compleja red de incertidumbres, de cambios y de esquivos. 
 Acogidos bajo esta mirada, somos perseguidos por ella, remplazados por aquello que siempre ha estado ahí delante de nosotros: el modelo mismo.
 Aunque indiferente, el contemplador y el contemplado se intercambian sin cesar. 
Ninguna mirada es estable y en el surco neutro de la mirada que traspasa perpendicularmente , el sujeto y el espectador cambian su papel hasta el infinito.
Obstinadamente invisible, impide que la relación de las miradas llegue nunca a localizarse ni a establecerse definitivamente,
La relación de lo significante con lo significado se aloja ahora en un espacio en el que ninguna figura intermediaria va a asegurar su encuentro.
La de la cosa que representa, la otra la de la cosa representada y su naturaleza consiste en excitar la primera por medio de la segunda
Los signos de lo que Dios quiere decirnos.






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