lunes, 11 de abril de 2016

Salir a ganar


-Tienes un montón de cosas buenas –dice-
Tienes cosas… No sé… Hay algo en ti. Cosas buenas , ya sabes. Esas cosas que pueden hacerte feliz. Cosas que podrían hacer que tu vida no fuese una mierda.
-¿De qué putas me estás hablando? –le digo-
¿De qué cojones me hablas, coño? No hay cosas buenas o malas. Joder. No. A quién le importa el talento o lo que sea de lo que me estés hablando. ¿Qué mierda es ésta…?
Él se sirve otra raya. Luego enciende el televisor y todo apesta. Todo, todo, apesta.
Todo es un jodido y asqueroso tongo universal que cubre el mundo. Hasta la última baldosa de mi casa.
-Tienes talento tío. Te va bien con las chicas.
-¿de qué cojones me estás hablando? ¿Del rollo triunfador que primero las pasa putas? ¿Del rollo hazte a ti mismo?
Estamos aquí los dos; metiéndonos rayas y bebiendo como cabrones ¿De qué mierdas me estás hablando?
_Te estoy diciendo que lo dejes todo y te largues. Que hagas algo con tu puta vida.
-¿con mi puta vida? ¿Qué sabes tu de mi vida? Las tías son una mierda. Son Pura basura. El arte es una mierda, un estercolero lleno de egos. ¿sabes de qué te hablo?
-Ni idea, tío –dice-
-Oye… -le digo_ Te he llamado porque me sentía solo. Y ahora me siento aún más solo.
-Me has llamado porque la coca es cosa mía.
-La he pagado.
-La que has pagado ya te la has metido. Haz algo con tu vida –dice-. Y hazlo ya. Y deja de tocarme los cojones.
Decido hacerme otra raya. Tras esnifarla, creo en todas y cada una de las palabras de mi amigo. Y luego saco unos cuantos billetes y los dejo sobre la mesa.
Habíamos salido a ganar, podíamos hacerlo. Todo iba bien. El enemigo se derrumbaba, mientras yo sonreía con los labios cerrados.
Todas las puertas están cerradas.
La vida es un secreto, un suspiro.  Ladrando loca e imprevisible. 
No sé si el mundo ha mentido y me quemaré en el intento, como un puente en llamas.
Mis pensamientos van más rápidos que mis pasos.

martes, 5 de abril de 2016

Todo brillaba

Mi amigo y yo habíamos estado metiéndonos coca toda la noche. Solo iba a estar dos días en la ciudad y tenía alquilada una habitación en un hotel del Paseo Marítimo. Habíamos estado en un montón de bares bebiendo y disfrutando de nuestra amistad, sin pensar en nada más. En algún momento de la noche intercambiamos coca por éxtasis con dos chicas. Nos metimos en los lavabos de aquel bar e hicimos  la transacción. Yo bese a una de ellas, allí, en los lavabos. Pero no tenía ni puñeteras ganas de liarme con nadie. Quería estar con mi amigo.
Eran las diez de la mañana y mi amigo se había metido en la ducha. Yo estaba tumbado en la cama, vestido y calzado. A los pies de la cama había una chica completamente desnuda. Estaba sentada, rompiendo en trocitos muy pequeños la tarjeta de bienvenida al hotel. No tenía ni idea de quién era ni qué hacía allí. Entonces me di cuenta de que llevaba un rato hablándome.
-…así que eso. Que al final es siempre lo mismo. La vida es una mierda –dijo.
-Sí. Creo que he oído eso en alguna parte.
-Un puto asco. Ya lo creo… ¿Estás casado? ¿Tienes novia?
-Pues… Creo que sí; no estoy muy seguro.
-Deberías cuidarla. Eso lo hacéis fatal los hombres. Yo quiero que me cuiden, que me mimen. Creo que me lo merezco.
-¿Y crees que lo vas a conseguir amaneciendo con dos desconocidos en una habitación de hotel?
¿Qué coño haces aquí?
-Me habéis invitado.
-No lo recuerdo.
-Eso es por la coca –la chica se levantó y preparó cuatro rayas sobre la mesa escritorio -¿Estás enamorado de esa chica?
-Joder… Creo que sí. Yo qué sé…
-Sí; lo estás.
-¿Puedo hacerte una pregunta?
-No. No hemos follado. No lo he hecho con ninguno de los dos. Solo me habéis pedido que me desnudase y bailara. Habéis sido unos caballeros.
-Entiendo.
-Dime… ¿Cuidarás de esa chica?
-Bueno… Cuando se me pase el cabreo puede que sí
-El cabreo…
- Se ha estado tirando a otro.
Me levanté y me metí las dos rayas. Luego miré por la ventana. Era verano y todo brillaba. Las palmeras del Paseo Marítimo; los coches, los llaüts. El mar brillaba. Las repugnantes gaviotas brillaban más que nada en el mundo. Diciéndonos con su vuelo tranquilo; con su forma de quedar suspendidas en el aire, que no valíamos más que sus cagadas: Y que venían a por nosotros.