viernes, 4 de septiembre de 2015

Niño muerto



Sentada en el borde de la cama, tanteo a oscuras sobre la mesilla, cojo un cigarrillo, lo enciendo y fumo lentamente, mientras lío un porro.

Un café solo, fuerte, largo y un par de ibuprofenos me darán las fuerzas que necesito para salir a la calle.

Da igual la ciudad, la rutina es siempre la misma.

Hoy vi esa fotografía , la del niño muerto, alguien la compartió en Twitter y se me fué la cabeza, todo se volvió negro.

Tengo miedo, se parece tanto a él.

La edad, el tamaño de su cuerpecito, su ropita... pero no, no es el mío, es otro niño muerto.

Tengo miedo de que vuelva todo otra vez, la espiral de dolor, insoportable, golpeándome las sienes, ahogándome en la garganta, en los huesos, en las entrañas... otra vez no, no voy a poder aguantar.

En un artículo de hoy en El País, Manuel Jabois explicaba que nada indicaba violencia, el niño muerto parecía dormido, no había cascotes caídos alrededor, ni balas o bombas, solo una playa de aguas tranquilas en el mediterráneo, y sin embargo todo está tan claro.

Miro las fotografías que aparecen en internet, ya no recuerdo su olor y tengo una punzada en el pecho, en el corazón.

Llamo por teléfono a Alvaro, aún no han empezado las clases y está en Gijón con su padre, no me contesta.

Me conoce y a estás alturas sabe porqué le llamo, insisto y él también insiste y no me contesta, su padre sí contesta, me dice que está jugando al fútbol con su pandilla de amigos.

No lo ha tenido fácil con una madre como yo, supongo que debe ser "complicado" como el estado de muchos en Facebook.

En casa no hay fotografías, nada que me recuerde que alguna vez existió, tampoco de Alvaro, no quería hacer diferencias entre ellos, nada que lo recuerde... y Alvaro lo aprendió todo muy pronto.

Se secarón mis pechos, fue de golpe, no pude seguir dándole de mamar.Todos decían que era mejor así, que no era bueno que siguiera dandole el pecho, todos decían que no era bueno con lo que había sucedido y Alvaro con un mes de vida supo que no lo iba a tener fácil.

Recuerdo estar acostada y Alvaro junto a mi con su manita tirando de mi brazo para que me levantara, tiraba de mi, siempre ha tirado de mi. Tiraba mis pastillas a la basura, las escondía.

Sentada frente al psiquiatra decía "puedes hablar de lo que te apetezca y también de como te sientes" y yo guardaba silencio, él continuaba " tienes que tratar de llevar una vida normal, lo has de intentar, vivimos en una sociedad con normas de convivencia..." y silencio... "toma, te doy las pastillas son la dosis de un mes, no pueden durarte solo una semana".

Da igual la ciudad, la rutina siempre es la misma.

_No voy a poder con esta campaña publicitaria que me han encargado_ le digo a mi amiga Lucia.

_No puedo llevar una publicidad de helados después de ver esa fotografía.

_Es solo otro niño muerto_ me dice.

Me pregunto si ese niño probó alguna vez un helado, ya no lo hará.

Helados de fresa y nata, chocolate y vainilla..."Los helados de toda la vida".

_¿Por qué te preocupa la fotografía?_me dice Lucia, _ hay niños muertos todos los días en Africa, Asia...

_Se parece al mío._

_Todos los niños muertos se parecen, es solo otro niño muerto._ me dice_ Además tus helados no son para niños._¿ cuántos ceros lleva la campaña publicitaría?

_No, no son para niños._

Es de noche y no puedo dormir, las dos, las tres, las cuatro...

Alvaro me ha llamado, ha dicho que sabía que iba a llamar en cuanto vió la foto, está en todas partes, en la prensa y en las redes sociales.

_No, no es Carlitos, no se parece nada a Carlitos._dice intentando mostrar calma y tranquilidad _mama, tú estás bien, yo estoy bien, los dos estamos bien._

No lo he confundido, le digo, sabía que no era él, pero me lo recordaba tanto.

Todo te recuerda a él, me llamaste Carlitos hasta los 6 años._

Solo alguna vez_ contesto avergonzada.

Sentada en el borde de la cama. Busco a tientas el tabaco en la mesilla, enciendo un cigarro a oscuras y fumo lentamente, son las 6 a.m. aún no ha amanecido.

Ayer me felicitaron por la campaña de helados, ya han colocado la publicidad en las vallas y los helados están por toda la ciudad.

Un café solo, fuerte, largo y un par de ibuprofenos, me darán las fuerzas que necesito para salir a la calle.

"Tienes que tratar de llevar una vida normal, lo has de intentar, vivimos en una sociedad con normas de convivencia..."

Da igual la ciudad, la rutina es siempre la misma.

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