domingo, 21 de junio de 2015

Sueños vulgares



Lo despertó una sed lépera, se levantó y fue a servirse agua, pero el grifo escurría un hilo de aire mojado. Miró con rencor el tercio de mescal sobre la mesa y sospechó que ese iba a ser un día horrible. Mucho más horrible que el infierno que se había procurado a tragos.
Vivía en una casita de dos pisos para gente a medio desgracia.
Trayectos vulgares, conversaciones vulgares, los miedos de siempre.
Lo que más asusta es no saber a que tenerle miedo.
Había visto a la casi Rubia, salir con su novio y volver sola.
Lo trastornaba tenerla tan cerca, durmiendo, despertando y bañándose a pared y baldosas de distancia; que apretara su carne en tallas minúsculas, que la linea de las bragas le sonrieran al alejarse.
Ella ni lo miraba, el novio sí lo saludaba, como quien da una propina al llegar a un bar.
Buenos días, dijo él.
Tardes ya, respondió la casi Rubia.
Mi teléfono se quedó sin crédito, dijo.
Te paso él mío, dijo él de inmediato.
La casi Rubia se hizo a un lado y aunque la transacción podían hacerla en el pasillo señaló su casa con un movimiento de cabeza.
Ella le dio la espalda para hablar por teléfono, el pantalón se le metía por todas partes. Él la miraba como detrás de un escaparate.
Ella decía por teléfono;
Entonces ¿Por qué no vienes? Si, ya sé, ya sé, sí, bueno, yo también te amo, beso.
Se dio media vuelta y dijo. No va a venir.
Entonces se fue la luz. Ella dijo, Uy y luego se quedó en silencio un silencio sensual.
Solo quedarte ahí sabiendo que la tienes a tiro de beso, aunque nadie lo sepa ni puedas comprobarlo, es un acto de fe.
Como un milagro ella dijo, ¿quieres un trago?
Ay, sí tengo mezcal.
Bueno hay que probar de todo.
Con el tiempo había descubierto que lo suyo era verbo y polla, verbo y polla... No le molestaba ser desechable.
Y aún antes de decir lo siguiente ya sentía que volvía el canalla;
El canalla alias el romántico.
¿Has visto toda la gente que se hace daño sin saber a quien le pega un tiro?
Le sirvió otro mezcal, brindaron mirándose a los ojos como sí ya se hubieran hecho daño.
Esta podía ser la última mujer de su vida, se dijo.











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