domingo, 14 de junio de 2015

Los dos lo hemos hecho



En realidad yo siempre quise ser una tía normal.

Tardé algo más de un año en besar a E.

Durante todo ese tiempo me mantuve en mis trece. Finalmente nos acostamos, y recuerdo haber salido aturdida de su casa y necesitar una copa urgente. En el bar me encontre con un amigo.

_Ha sido lo mejor que me a pasado jamás.

_Estoy viva de milagro.

Después de eso seguimos acostándonos regularmente. Hablando en la cama, fumando porros y riendonos de cualquier cosa. Me encantaba oírlo gemir. No todos los hombres lo hacen. Lo de gemir, digo. Gemidos de placer por darme placer.

Eso también me perdió.

Follabamos mucho y bien. Disfrutábamos del sexo de forma salvaje, dejando espacio para la ternura. Y sin embargo los dos teníamos miedo. Nos temiamos el uno al otro.

Como si hubiésemos iniciado una guerra, que solo podía acabar en tablas.

El primer cañonazo lo dio él. Se acostó con otra. Eso acabó con la mitad de mi ejército. Yo respondí con otro cañonazo me costé con otro, a quien no pude hacerle el amor.

No hubó muchas bajas en las filas de E. Y sin embargo E. se rindió, abandonó toda batalla y se fue en busca de nuevas guerras. Mas personales. Sin contrincantes.

Yo me quedé allí, en medio del campo de batalla. Sola. Armada hasta los dientes.







No hay comentarios:

Publicar un comentario