sábado, 13 de junio de 2015

Quiero que me enseñes a mentir



Ahora, cada vez que suena el teléfono sé que es alguien que se ha equivocado de número. Y cuelgo sin esperar respuesta.

Finjo seguir adelante y querer hacerlo.

Sé tú mismo. Esa es la parte del negocio que yo he de aceptar. Sé tú mismo lo más lejos de mí que sea posible. Esa es la parte del negocio que tú has de aceptar.

Pensé en ti todo el rato; antes y después de regresar de la farmacia , cargada de ansiolíticos y antidepresivos. La cajera del supermercado me sonrió al ver las dos botellas de vodka, la bolsa de cubitos de hielo, el trinaranjus de dos litros. La cajera sonrió y dijo:

_Hay fiesta en casa hoy, ¿eh?

_Sí_ contesté.

Las mujeres con las que los hombres me han sido infieles han sido mediocres, vulgares. Y eso es lo peor.

A pesar de todo amo a los hombres, al menos se inventan excusas. Y eso significa que tienen algo de clase. La clase que nos falta a las mujeres.

Pero no pasa nada. Todo está tranquilo. La gente duerme en sus camas creyendo amarse. Creyendo en el amor.

El reloj del ayuntamiento acaba de dar las cuatro de la mañana. Ya no hay nadie en la calle. Y yo sigo aquí en estado de alerta, vigilando mi vida.













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