domingo, 31 de mayo de 2015

Chicas hechas para el amor



A veces el amor es así de simple.

Era uno de esos paréntesis que a veces la vida tiene el buen gusto de ofrecerte y la lucidez de quitarte. De esas personas que saben manejar situaciones.

Y llegó como si la existencia te explotase en plena cara.

Eramos el mundo dividido en dos categorías Indios y Vaqueros.

La representante de la locura saludó con dignidad al representante de la crueldad.

Ya había explotado el coctel clásico.

Lo tienes enfrente y no lo ves, tan sólo el mundo a tus pies.

Le faltaba encontrar la suerte, esa que sirve ciegamente a los héroes y los crápulas.

Tenía demasiado encanto, retorcido, inteligente.

Todo se mueve en zigzag, los grandes son lo que quieren, los pequeños lo que pueden.

La diferencia era sexual, nunca tenía suficiente. Todo él transpiraba deseo de seducir, no es que quiera siempre más, es que siempre hay otra a quien desear, lista, disponible.

Me sentí aliviada, a veces el desprecio es un consuelo.

Mis amores en cambio debían estar hechos a medida.

Se consume como el vapor, y va desapareciendo.

Te veré volver con otro disfraz, simulando un olvido imposible.

Este amor tiene el gusto amargo de una tragedia urbana.

Si las palabras se las lleva el viento las mías están atadas al suelo.

No hay autoridad competente para contener este vendaval.

Con la espátula se trabaja el espesor de la materia, intento calmar el latido de mi corazón.

Quiero ser más de lo permitido, si me desarmas me vuelvo a construir.

Nada puede apagar el fuego dentro de mi, déjame arder.

Te lo tienes que creer, tienes que creer.

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