jueves, 7 de mayo de 2015

Solo hoy



Cruzo un par de parkings hasta la tienda de donuts hay tanta tensión en el Donking donuts como en mi interior. Acaban de celebrar el séptimo aniversario del 11-S y un pequeño cartel pegado en el exterior de la puerta dice; Jamás olvidaremos.

Supongo que es lo que hacemos aquí, nos sentamos a olvidar.

Ya no se te ve el tatuaje en el antebrazo izquierdo lo cubre una capa de vello, se vislumbra una mancha azul verdosa con la difusa forma de un ancla.

Te zampas dos hamburguesas con ayuda de una Budwaiser, yo hago dibujos en el ketchup con una patata. Todavía no he decidido como afrontar esta paranoia, quedarme o huir.

Aquí podría reescribir mi futuro. Lanzar mis recuerdos como hojas al viento. Pensar en otras vidas posibles.
En un sinsentido me pregunto como sería llegar por la noche a casa y tener la cena preparada.
Me llevaste al tipo de sitio para gente que no tiene adónde ir, un motel en el que algún cliente ocasional pagaba la habitación para suicidarse.
Aquí el pasado siempre reaparece.
Un pack de seis cervezas vacías junto al bordillo, como si esperara el autobús.
Aquí las cosas no resisten mucho tiempo. El salitre se mete por todas partes, hace saltar la pintura, oxida, corroe las paredes, estamos aquí porque aparece en el mapa.

Una mujer baja por la calle hablándole a gritos a un hombre de res-pon-sa-bi-li-da-des, recalcando cada sílaba.
La última canción nueva que te gustó salió hace mucho, mucho tiempo, y nunca la ponen en la radio.
Vi pasar el resto de mi vida, día tras día así.
El sol, el atardecer llena el aire de colores chillones, irreales como las nubes de los viejos westerns de la MGM.
Movimientos lentos. Colores cambiantes.

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