viernes, 29 de mayo de 2015

La velada de las ilusiones



Yo había dejado de tener dominio sobre mis actos y allí estaba, sin otra cosa que hacer, salvo someterme, no sabía qué esperar y empezaba a perder terreno.

Una pelea a cara de perro en la que uno y otro tratamos de cobrar ventaja.

Sin dar la nota demasiado pude mirar alrededor, muy pocos habrían sido capaces de explicar la diferencia.

¿Es preciso que lo llamemos amor?

Pensé que podía permitirme un par de copas más, vi que eso no menguaba mi sensación de desdicha.

Me fui a casa y allí sí comencé a beber en serio, por fin me fui a la cama y dormí como una condenada.

El deseo de que te engañen, estás tan colado por el otro y terminas por prestarte a todo tipo de trampas, manipulaciones, no es amor es una rendición incondicional, una renuncia total al sentido común.

No estoy pidiendo compasión.

Expresas el mayor de tus respetos por la persona que estás a punto de hacer pedazos, no tienes sentimientos encontrados, dices que solo tratas de ser objetivo.

Victima de mi debilidad no puedo desenredar la maraña de chaladuras que constituyen una vida entera.

Podemos empezar por casi cualquier parte pero tan solo te quedara la sensación de no haberte comportado como es debido, de haberte escabullido cuando tal vez debieras haber esperado o de haber doblado bruscamente la esquina dejándome en una situación difícil.

El amor y la tos no se pueden disimular.

Penitencia, perdón, paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario