viernes, 3 de abril de 2015

New Directions

Hablaban de viajar, barajaban, Los Angeles, o por qué no, París, se emocionaban y fumaban, pero daba igual porque no tenían dinero y hacía tiempo que sabían que el viaje es una actividad anticuada y absurda, ocio para horteras de un siglo ya pasado.
No sabían que decir, todo aquello de lo que solían hablar había sido parodiado.
Ella se había pintado los labios de rojo mate a juego con el vestido, comían con los dedos, después se besaban, la grasa de los labios es un recuerdo que en ella perdurará toda la semana y en él hasta que use la servilleta. Le miró fijamente mientras él tararea una versión de una versión de otra versión de Sinatra.
Cada día es un reto, todo este tinglado se ha convertido en la frontera real más allá de la cual se extiende la tierra prometida. Todo está aquí saturado de sueños.
El nómada toma por hogar una idea. El pasado es lo que recordamos del pasado.
Al día siguiente de entrar a trabajar ya sabía de qué iba la cosa.

Decidieron visitar los lugares típicos, los templos budistas, dos entre la multitud, pero al cuarto templo él se cansó y la cambió por una puta vietnamita.
Todos tenemos una época en la vida en la que fuimos mucho, ésa que va del nacimiento hasta los 3 años y medio, cuando no tenemos conciencia de ser quien somos, salvo por lo que nos contarán más tarde quienes nos han visto crecer. Hasta ese momento no somos más que lo que da de sí cada una de esas versiones.
Tengo la sensación sin probabilidad de equivocarme de que en ese momento el mundo no cambió nada.




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