lunes, 18 de julio de 2016

El objetivo

Odio el arte. Detesto rodar y escribir.
Yo lo que quería era perseguir gallinas; subirme a los árboles; espiar tras las puertas; prender fuego a las cortinas.
Me paraliza la banalidad del arte, de la vida en general.
Esa forma de andar de puntillas; de procurar no ofender a nadie; de hacer risas de todo.
El sexo como mercancía.
Esa idea ridícula de que todo el mundo tiene una razón profunda para cometer actos superfluos.
Veinte años fuera de casa. Dos décadas a la intemperie. Ten más valor. Y deja que te bese sin abrir los ojos. Y dame lo que quiero, una sola vez.
En los últimos años he conseguido sustituir la frustración por la tristeza. Es más profunda, pero menos enervante. El siguiente paso será reemplazar la tristeza por la indiferencia, mucho más plácida.
El objetivo final es convertirme en estatua y ser abandonada en un almacén.

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