viernes, 8 de julio de 2016

Lifeguard Sleeping

Estuve escuchando música. Viejos discos de los ochenta y noventa. Elijo Lifeguard Sleeping, de Moorrisey. Me había bebido la botella de vino, la mitad de las cervezas y un cuarto de la de whisky.

Estoy en Barcelona por razones que no termino de entender. Mi ex vive aquí desde hace unos meses; desde que me dejo en la cuneta sin una razón aparente. Supongo que fue por eso por lo que nos enamoramos: porque ninguno de los dos sabía nada de nada. Porque hacíamos las cosas así; a base de impulsos del corazón, como le gustaba decir a él.
Así que estoy en Barcelona por una semana coincidiendo con mi cumpleaños. Y esa mañana, la de mi primer día allí, estoy observando las grúas de la Sagrada Familia moviéndose lentamente, como monstruos sedados. Y suena el teléfono y es mi ex que quiere felicitarme. Le doy las gracias y sigo bebiendo de mi lata de cerveza mientras las grúas desplazan su carga a ciento cincuenta metros de altura.
-Estoy en Barcelona -le digo-. Podríamos vernos, si te apetece.
.Claro -dice él-. Pero tengo la semana muy ocupada.
-Bueno... Sólo se trata de vernos media hora.
Ver cómo nos va y esas cosas.
Hay un tipo en la cabina de la grúa que está a mayor altura. Me fijo en él. Una pequeña silueta allá arriba, metido en una pecera, manejando los mandos del monstruo con seguridad. Yo no podría estar allí, pienso. Me moriría sólo con mirar abajo.
_Te llamo y te digo algo -dice él.
_Sí, claro... Estaré aquí hasta el lunes.
-¿Para qué has venido? - pregunta.
_Para ver la Sagrada Familia - le digo-. ¿Recuerdas? Nosotros éramos una familia.
Una semana después regreso de Barcelona. Mi ex no ha llamado. No lo he visto.
Ahora sé, con total certeza, quien manejaba los mandos del monstruo.

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