martes, 11 de agosto de 2015
Como si no existiera el tiempo
Le gustaba no estar a más de tres metros de una salida. Por si acaso, le dijo una vez a una chica.
_¿Por si acaso qué?
_Por si vienen a por mí.
_¿Quiénes?
_Siempre hay alguien_ respondió mirándola a los ojos, y creyó que aquellos ojos le devolvían la mirada llena de comprensión.
Por fin_ ¡por fin, joder!_alguien lo entendía.
Ella le acarició la mano.
_Siempre hay alguien, ¿verdad?
_Sí_dijo él_sí.
Ella lo dejó tres horas después, con un mensaje en el contestador.
En el mensaje empezaba siendo amable, le decía que era ella y no él, y que la gente simplemente se distanciaba y que esperaba que algún día fueran amigos, pero que si intentaba alguna de sus malditas locuras con ella, si se lo planteaba si quiera, sus cuatro hermanos irián a por él y le darían una paliza de la hostia.
Pide ayuda, en serio. Pero dejame en paz.
La dejó en paz. Ella se casó justo seis meses después, tenía tres hijos.
Y él seguía mirando la salida trasera de la misma pizzería, solo.
Se despertaría un día y todo habría desaparecido, como los periódicos.
En sus días más oscuros, cuando casí había perdido la fe, cuando bailaba solo con la desesperación y de noche luchaba con ella entre las sábanas.
Cariño_ le diría_cada uno de nosotros es el verdadero yo del otro. Por eso no podemos dejarnos.
Nos miramos y no juzgamos. No condenamos. Solo aceptamos.
Había sonado mejor cuando se le ocurrió la otra noche en el bar, sentado solo, haciendo garabatos.
Pero sabía que si la miraba a los ojos, si bebía de ellos , la convencería.
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