jueves, 13 de agosto de 2015

Tú eres amiga de tu enemigo



Para las horas de trabajo preparaba un playlist que terminaba siempre con ¡Gimme! ¡Gimme! ¡Gimme! de Abba. Al final de la noche se retaba a conseguir un cliente, darle el servicio completo y cobrar antes de que la versión en vivo de la canción terminara, cuando lo lograba se premiaba con un plato de raviolis cuatro quesos en El Cappuccino, una trattoria a unas cuantas cuadras del Parque.

Allí ordenaba la comanda en el pobre italiano que aprendía online durante las horas muertas e imaginaba conversaciones con los tipos que comian en El Cappuccino, italianos con zapatos que excedian las tres cifras y hablaban de fútbol.

En su mente, uno de ellos, amigo de su padre la reconocia por su parecido. Pura paja mental.

Su padre había permanecido junto a su madre lo que había tardado en echarle el polvo que la preño. Jennifer, su madre, una trigueña de pelo bueno que había llegado a Milano con un contrato de modelo, se había enganchado a la heroína y terminó dando el culo en el metro de Roma.

Ponía el nombre de su progenitor en un buscador de imágenes tras alguna con algún parecido al mentón ancho y las tupidas cejas que había heredado. Ante el hallazgo de este tipo de foto se le aceleraba el corazón, pero luego imaginaba el breve email con la pregunta que le permitian sus circunstancias:

<< Hola, ¿te cogiste una prostituta dominicana en el 94? >>.

Es como si fueses hija de las trampas y la falsedad.

Tú eres amiga de tu enemigo.

Una de esas noches se vació completa una botella de Brugal Añejo y estuvo dando tumbos, sin saber como, terminó en un bosquecillo de buganvillas.

Espinas de medio palmo le herían la cara y los brazos, la luna llena se colaba entre las sombras histéricas de la enredadera. Al no encontrar salida termino por tirarse al suelo, lloriqueando hasta quedarse dormida.

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