miércoles, 4 de febrero de 2015

El secreto del éxito




Sin darnos cuenta, hemos ido sufriendo transformaciones y pérdidas. Vivimos bajo el imperio de la caducidad y la seducción en el que el verdadero «Estado» es el dinero. Donde se renuncia a la memoria como condición de un tiempo post histórico. La modernidad líquida esta asociada a la desaparición de los referentes a los que anclar nuestras certezas. La incertidumbre en que vivimos se corresponde a transformaciones como el olvido y el desarraigo afectivo. Esta nueva (in)sensibilidad nos exige flexibilidad y fragmentación de intereses y afectos, se debe estar siempre bien dispuesto a cambiar de tácticas, a abandonar compromisos y lealtades. La fragilidad de los lazos solidarios que dependen de los beneficios que generan. Lo comercial impregna todo, y las relaciones se miden en términos de costo y beneficio —de «liquidez» en el estricto sentido financiero.
Conceptos como «desechos humanos» para referirse a los desempleados (parados), considerados «gente superflua, excluida, fuera de juego». Ahora, «se habla de excedentes, lo que significa que la gente es superflua, innecesaria, porque cuantos menos trabajadores haya, mejor funciona la economía». Para la economía sería mejor si los desempleados desaparecieran. Es el Estado del desperdicio, el pacto con el diablo: la decadencia física, la muerte es una certidumbre que azota. Es mejor desvincularse rápido, los sentimientos pueden crear dependencia. Hay que cultivar el arte de truncar las relaciones, de desconectarse, de anticipar la decrepitud, saber cancelar los «contratos» a tiempo.
El amor, y el cuerpo decaen. El cuerpo no es la carne de los penitentes ni el objeto de la hipocondríaca dietética. Es el jazz, el rock, el sudor de las masas y la prueba del delito. Los placeres se interpretan como muestra de vulgaridad masificada.
Ahora, «el secreto del éxito reside en el miedo, difuso, disperso, poco claro; flotando libre, sin vínculos, sin anclas, sin causa ; rondándonos sin ton ni son; cuando la amenaza que deberíamos temer puede ser vista en todas partes, pero es imposible situarla en un lugar concreto. «Miedo» es el nombre de nuestra incertidumbre: a nuestra ignorancia con respecto a la amenaza. Los temores son reales e imaginarios… un ataque terrorista, la violencia, el desempleo, el hambre, enfermedades, accidentes, el otro…como el miedo al miedo…Los miedos nos golpean uno a uno, desafían nuestros esfuerzos (si es que en realidad hacemos esos esfuerzos) de seguirles la pista hasta encontrar sus raíces. El miedo ha hecho que el humor del planeta haya cambiado.
Ahí radica el secreto de su éxito, en nuestros miedos.

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