martes, 5 de abril de 2016

Todo brillaba

Mi amigo y yo habíamos estado metiéndonos coca toda la noche. Solo iba a estar dos días en la ciudad y tenía alquilada una habitación en un hotel del Paseo Marítimo. Habíamos estado en un montón de bares bebiendo y disfrutando de nuestra amistad, sin pensar en nada más. En algún momento de la noche intercambiamos coca por éxtasis con dos chicas. Nos metimos en los lavabos de aquel bar e hicimos  la transacción. Yo bese a una de ellas, allí, en los lavabos. Pero no tenía ni puñeteras ganas de liarme con nadie. Quería estar con mi amigo.
Eran las diez de la mañana y mi amigo se había metido en la ducha. Yo estaba tumbado en la cama, vestido y calzado. A los pies de la cama había una chica completamente desnuda. Estaba sentada, rompiendo en trocitos muy pequeños la tarjeta de bienvenida al hotel. No tenía ni idea de quién era ni qué hacía allí. Entonces me di cuenta de que llevaba un rato hablándome.
-…así que eso. Que al final es siempre lo mismo. La vida es una mierda –dijo.
-Sí. Creo que he oído eso en alguna parte.
-Un puto asco. Ya lo creo… ¿Estás casado? ¿Tienes novia?
-Pues… Creo que sí; no estoy muy seguro.
-Deberías cuidarla. Eso lo hacéis fatal los hombres. Yo quiero que me cuiden, que me mimen. Creo que me lo merezco.
-¿Y crees que lo vas a conseguir amaneciendo con dos desconocidos en una habitación de hotel?
¿Qué coño haces aquí?
-Me habéis invitado.
-No lo recuerdo.
-Eso es por la coca –la chica se levantó y preparó cuatro rayas sobre la mesa escritorio -¿Estás enamorado de esa chica?
-Joder… Creo que sí. Yo qué sé…
-Sí; lo estás.
-¿Puedo hacerte una pregunta?
-No. No hemos follado. No lo he hecho con ninguno de los dos. Solo me habéis pedido que me desnudase y bailara. Habéis sido unos caballeros.
-Entiendo.
-Dime… ¿Cuidarás de esa chica?
-Bueno… Cuando se me pase el cabreo puede que sí
-El cabreo…
- Se ha estado tirando a otro.
Me levanté y me metí las dos rayas. Luego miré por la ventana. Era verano y todo brillaba. Las palmeras del Paseo Marítimo; los coches, los llaüts. El mar brillaba. Las repugnantes gaviotas brillaban más que nada en el mundo. Diciéndonos con su vuelo tranquilo; con su forma de quedar suspendidas en el aire, que no valíamos más que sus cagadas: Y que venían a por nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario